Durante décadas, lingüistas, intelectuales y políticos han trabajado para crear una normativa lingüística oficial del idioma gallego, que comenzó a tomar forma legal una vez finalizada la dictadura franquista.
Hoy en día, el gallego cuenta con una normativa oficial pero también con muchas variantes propias de diferentes zonas geográficas, lo que puede dificultar las tareas de traducción si no se cuenta con un traductor especializado en este idioma.